sábado, 29 de noviembre de 2008

Cuento presentado por Agustina en los Juegos Florales 2007

El dolor lleva por caminos inesperados, surge como explosión de vida la fuerza de la palabra

EL ENCUENTRO

Una mirada. La playa. El silencio, la tranquilidad en este otro mundo donde lo real no interfiere. Es sólo silencio. Una mirada. Paula, Federica, Agustina y Josefina están en la playa. No hablan, solo escuchan. Una mirada.

Sentada en un bar Paula espera ansiosa. Un suspiro de sudor invade su pequeño cuerpo. No sabe qué hacer. Duda, piensa y vuelve a dudar. Hace ya cuarenta minutos que aguarda la llegada de Felipe, pero aparentemente Felipe no va a llegar. Tiempo más tarde sabría que nunca llegaría. Hoy la profesora de Salud y Adolescencia trató el asunto en cuestión en la clase. Le es difícil comprender que un hecho tan ajeno a su realidad ahora sea parte de ella. Está en su interior. Late y se hace sentir ¿Qué hacer? Paula no sabe la respuesta. Duda, piensa y vuelve a dudar. Pronto debe tomar una decisión. Ella es muy pequeña, y él también lo es. Si no toma una decisión pronto los demás comenzaran a notarlo y ella no desea ser más rechazada por sus pares de lo que ya aún es.
Es lunes, Paula se levanta temprano, toma una ducha y un café con leche. Es la primera en llegar. Pronto comienza la clase. Nuevamente la profesora habla del tema, pero Paula no tiene ganas de pensar. Mira por la ventana. Es un cálido día de otoño, luego irá un rato a la playa, a observar el mar. El silencio.

“Los políticos son todos unos corruptos y mentirosos” señala uno de sus compañeros en la clase de Historia. “No todos pero es verdad que en la Argentina hay un fuerte precedente” responde el profesor. “El papá de Federica es político y todos los meses tiene un auto nuevo, mi papá dice que es un tránsfuga y que lava plata” ¿Qué necesidad de hacer ese comentario? Federica no dice nada. Piensa para sí misma. El comentario de su compañero fue hiriente sin embargo tiene cierta cuota de verdad. Quizá por eso, porque muchas veces la verdad duele. Federica asume la situación, sabe cómo son las cosas pero es la familia que le tocó. Desea con todo su corazón que dejaran de juzgarla constantemente. ¿O no se dan cuenta que ella no tiene la culpa? No, evidentemente no se dan cuenta. La molesta. Federica no tiene ganas de pensar. Mira por la ventana. Es un cálido día de otoño, luego irá un rato a la playa, a observar el mar. La tranquilidad

Iban de la mano, por la calle asoleada y en el mismo vientito en que venía el olor de las flores del florista, llegó la voz de su hermana. Y así con su voz alegre, siguió caminando por el cementerio. Agustina llora lágrimas, no sabe llorar otra cosa. Es el recuerdo, el recuerdo de su hermana. Está latente en ella, como un pedazo arrancado después de una tormenta. Ojalá pudiera volver el tiempo atrás y revertir los hechos. Debe regresar al colegio, hace varios días que está ausente. Se sienta en el último pupitre, el de la insignia “Skate or die”. Se olvido de hacer la tarea, pero recuerda que hoy da exposición oral un grupo de compañeras. Lee en el pizarrón. Tema: Bulimia y Anorexia. A medida que lee siente agudas punzadas cual repiqueteo constante de agujas hirientes. Está agotada de ese tema ¿es acaso últimamente una moda? Empieza la exposición. Agustina prefiere dejar de escuchar a sus pares y deja que libremente lleguen a ella imágenes, momentos vívidos de su hermana y la invade la bronca, bronca por esas enfermedades que se llevaron a alguien de su propia sangre. Agustina ya no tiene ganas de pensar. Mira por la ventana. Es un cálido día de otoño, luego irá un rato a la playa, a observar el mar. La soledad.

Sala 425 piso 3. Josefina abre lentamente la puerta. Mira a esa persona que se ha vuelto últimamente desconocida para ella pero las palabras salen inconscientemente de su boca: mamá. La señora que reposaba en la cama gira bruscamente en torno a Josefina. Se abrazan. Lloran. Pasan horas y horas hablando, Josefina extraña a su madre y la madre extraña a Josefina. Se hizo tarde nuevamente. Josefina debe regresar al colegio. Hoy es ella quien tiene que dar un oral, pero es difícil, toca profundamente sus sentimientos. ¿Cómo hablar de las drogas y el alcohol? No puede. La clase la mira expectante. La voz de la profesora retumba como un eco mientras ella recrea, como en un film las secuencias de su infancia. Luego se sienta. Josefina ya no tiene ganas de pensar. Mira por la ventana. Es un cálido día de otoño, luego irá un rato a la playa, a observar el mar. La calma.

Una mirada. La playa. El silencio, la tranquilidad en este otro mundo donde lo real no interfiere. Es sólo silencio. Una mirada. Paula, Federica, Agustina y Josefina están en la playa. No hablan, solo escuchan. Una mirada.

Ma. Agustina Iwan
Categoría A

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